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Disminuye el riesgo de mortalidad por
enfermedades cardiovasculares en general y en especial de mortalidad por
cardiopatía isquémica en grado similar al de otros factores de riesgo como el
tabaquismo.
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Previene y/o retrasa el desarrollo de
hipertensión arterial, y disminuye los valores de tensión arterial en
hipertensos.
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Mejora el perfil de los lípidos en sangre
(reduce los triglicéridos y aumenta el colesterol HDL).
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Mejora la regulación de la glucemia y
disminuye el riesgo de padecer diabetes no insulina dependiente.
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Mejora la digestión y la regularidad del
ritmo intestinal.
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Disminuye el riesgo de padecer ciertos
tipos de cáncer, como el de colon, uno de los más frecuentes y sobre el que al
parecer existe mayor evidencia.
·
Incrementa la utilización de la grasa
corporal y mejora el control del peso.
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Ayuda a mantener y mejorar la fuerza y la
resistencia muscular, incrementando la capacidad funcional para realizar otras
actividades físicas de la vida diaria.
·
Ayuda a mantener la estructura y función
de las articulaciones. La actividad física de intensidad moderada, como la
recomendada con el fin de obtener
beneficios para la salud, no produce daño articular y por el contrario puede ser beneficiosa para la artrosis.
beneficios para la salud, no produce daño articular y por el contrario puede ser beneficiosa para la artrosis.
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La actividad física y de forma especial
aquella en la que se soporta peso, es esencial para el desarrollo normal del
hueso durante la infancia y para alcanzar y mantener el pico de masa ósea en
adultos jóvenes.
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Ayuda a conciliar y mejorar la calidad del
sueño.
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Mejora la imagen personal y permite
compartir una actividad con la familia y amigos.
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Ayuda a liberar tensiones y mejora el
manejo del estrés.
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Ayuda a combatir y mejorar los síntomas de
la ansiedad y la depresión, y aumenta el entusiasmo y el optimismo.
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Ayuda a establecer unos hábitos de vida
cardiosaludables en los niños y combatir los factores (obesidad, hipertensión,
hipercolesterolemia, etc.) que favorecen el desarrollo de enfermedades
cardiovasculares en la edad adulta.
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En adultos de edad avanzada, disminuye el
riesgo de caídas, ayuda a retrasar o prevenir las enfermedades crónicas y
aquellas asociadas con el envejecimiento. De esta forma mejora su calidad de
vida y aumenta su capacidad para vivir de forma independiente.
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Ayuda a controlar y mejorar la
sintomatología y el pronóstico en numerosas enfermedades crónicas (Cardiopatía
isquémica, Hipertensión arterial, Enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
Obesidad, Diabetes, Osteoporosis, etc.)
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Disminuye la mortalidad tanto en adultos
jóvenes como en los de mayor edad, siendo incluso menor en aquellos que tan
sólo mantienen un nivel de actividad física moderado que en los menos activos o
sedentarios.
·
Por último, todos estos beneficios tendrán
una repercusión final en la reducción del gasto sanitario. Este es un argumento
de peso para que tanto las administraciones públicas como privadas apoyen la
promoción de la actividad física en todos los estamentos de nuestra sociedad.
El organismo humano como consecuencia del entrenamiento físico regular,
presenta en sus diferentes aparatos y sistemas modificaciones morfológicas y
funcionales que denominamos adaptaciones, las cuales van a permitir por una
parte prevenir ó retrasar la aparición de determinadas enfermedades y por otra
parte mejorar la capacidad de realizar un esfuerzo físico. Una persona
entrenada físicamente será capaz de correr a la parada del autobús sin cansarse
demasiado, jugar con sus hijos con mayor vitalidad e incluso hacer algún alarde
con los amigos en un partido de fútbol.
Indudablemente el ejercicio físico regular nos permite desde el punto de
vista psicológico afrontar la vida con mayor optimismo y mejor disposición, a
la vez que socialmente es un medio de integración en distintos grupos humanos.
Entre los posibles problemas
derivados de la práctica de actividad física, el más frecuente es el riesgo de
lesiones musculoesqueléticas. Este es fácil de evitar si no se cometen excesos
y el nivel de actividad aumenta de forma lenta y progresiva hasta alcanzar el
deseado. Por otro lado, si bien es cierto que el ejercicio físico intenso
aumenta considerablemente el riesgo de eventos cardiovasculares (infarto agudo
de miocardio o muerte súbita cardíaca), tanto en individuos previamente
sedentarios como en aquellos que realizan actividad física de forma regular, el
riesgo global sigue siendo claramente inferior en estos últimos.
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